Francis Millet

Francis Millet

miércoles, 30 de diciembre de 2009

El año que siempre llega



Vuelve entre delirios de relojes y arrepentimientos. Tan atractivo como todo lo nuevo, sus promesas de una distinta fortuna me retienen con palabras de felicidad y éxito; todo un brindis que me seduce. Sensaciones que me acercan al pálpito de las mejores cosas que yo busco con empeño. Aunque no tengo prisas, es él quien me impone su presencia en noches compartidas con imágenes de cambios y diáfanos amaneceres, pasión in crescendo hasta un futuro que tendrá una conjugación perfecta, un carpe diem tan deseado siempre, una constante hacia lo eterno, que me olvido de estos días blancos en los que necesariamente tengo que dejar huellas. Tránsito que se insinúa con la impronta de los meses y la evidencia tenaz de lo distinto. Cuando se acabe su estímulo me arroparé en trémulos reproches, y él volverá de nuevo a robarme el espacio con la esencia de un declive armónico y sincronizado. Su tiempo se hará entonces pretérito.

domingo, 27 de diciembre de 2009

La llama encendida




A punto de nacer,
en las manos del hombre está tu dual destino:
fulgurante crisálida
entregada a los caprichos indómitos del aire,
divino iniciador, inaplacable aliento,
tu roce es dolor, purificación que impone
más allá de la propia muerte.
Eres luz hasta que te hacen fuego.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Eterna inquietud




"Frío e insípido es el consuelo
cuando no va envuelto en algún remedio" Platón,

No me gusta el invierno, aunque admiro su poder de persuasión que me confronta a lo oscuro camuflado en las horas y me acerca la ausencia y el desdén de las sesiones que le precedieron. Soy sensible al mensaje de su silencio que despierta en mí el rechazo y la congoja con cada uno de sus ciclos. No me gusta, aunque me seduzca con el blanco blando, el fuego de las chimeneas y el rojo de la Navidad. Son caracteres que le pertenecen en cierta manera, con los que trata de hacer chantaje a mi discernir. No tengo miedo de su caricia fría ni de la niebla donde los límites pierden lucidez; eso es sólo letargo para mi impaciencia. Pero la inquietud y desvelo que me produce hacen que trate de encontrar un rescoldo abrigado con los nombres de sus rivales en constante regresión. Todo inutil. El invierno habla su propio lenguaje con un atractivo que desordena de asombros los días, y yo me siento perdida en el laberinto de una travesía que cada vez me limita más.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Paisaje nevado




Aquietado el aire en el frío blanco de la tarde,
trazan las horas pinceladas de violeta en el cielo.
Solo una rama quiebra el silencio y cae
sobre un camino, donde no florecen las huellas de los pasos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

El otoño



Mary Brewster Hazelton (1868-1953)
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Tu otoño ha invadido silenciosamente
los íntimos rincones de mi alma,
acompañándome en esta hora de brujas,
haciéndome sentir la tristeza de las tardes ocre
en la soledad que produce el silencio,
pero la brisa no ha podido robarme las ilusiones
y al igual que a ti, tambien me quedan
las esperanzas y el sueño,
justamente por eso no quiero morir
ni que mueran otros.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Razón áurea ... et omnia vanitas




La palabra ombligo me ha producido siempre desvelos y dudas, y un cierto temor ante el resquicio abierto en mi piel. Palabra blanda de cicatriz mal cerrada que había perdido su identidad, hasta que descubrí otras definiciones y volúmenes en su entorno: fue piedra y mármol en manos de dioses, y punto de discordia para precisar los cánones de una belleza ideal. Esto me ha hecho cómplice de la vida desnuda que trazó Da Vinci, diseñador de la ideal armonía, y que convirtió al ombligo en parte de esa razón críptica que rodea al hombre. Ahora hablar del ombligo no es cosa que me lleva al éxtasis, pero ambos sabemos suficiente de nuestros contrastes geométricos, de esa proporción numérica – la razón áurea – para que sigamos intentando llegar al "número 10": él como el perfecto centro de mis líneas, curvas, planos, alturas, y volúmenes, y yo la cuadratura que encierra el más perfecto círculo. ¿Lo demás? ... lo demás es solo eso: omnia vanitas.

jueves, 3 de diciembre de 2009



Pierre Auguste Renoir


Acosada por las dudas
me arrancas de mi entorno:
intentas rescatar de mi memoria
la verdad de la pasión que desconoces…

… Sólo mis pétalos saben
del sabor de la derrota.

¿Qué buscas más en mí que pueda darte,
si aún siento el dolor en mís raíces?